Las ciudades comienzan a ser invivibles por el alto costo de la vida y la baja calidad de vida. El imaginario idílico “bucólico-pastoril” de la vida en el sur está moviendo a olas de migrantes urbanos a los campos, islas y lagos.
Neo-rurales, rururbanización, peri-urbanización difusa, gentrificación rural son los nuevos fenómenos territoriales que se irán consolidando en la macrozona sur.
Sectores cercanos a lagos, bordes costeros marinos y lacustres ganan plusvalía, llegan nuevos habitantes y los pobladores tradicionales rurales a emigran a las ciudades, los paisajes culturales agrarios tradicionales se transforman en mercancía y fuente de plusvalía.
Loteos, parcelas, panderetas, terraplenes, rejas, casas estilo mediterráneo y letreros de propiedad privada son los síntomas de estos nuevos fenómenos.¿Cuanta agua se necesitará en los campos, cuanta leña, cuantos nuevos caminos?, se generarán hermosos diálogos de saberes entre nuevos vecinos y vecinos tradicionales, tal vez se reactiven micro economías campesinas, quién sabe.¿Los perros de los recién llegados depredarán a los pudúes?, ¿cómo cuidaremos la naturaleza?
Vivir en el campo , pero no del campo, ser agricultor de tiempo parcial , nuevas ruralidades emergen en “suralidad” y en la “chilotidad”. Nuevas oportunidades, desafíos, amenazas y posibilidades, emergen de estas nuevas geografías rurales
Alvaro Montaña Soto
Agosto de 2020
(pandemia covid19)