La colonización en el Wallmapu no sólo se llevó a cabo mediante el uso de armas durante la época colonial, sino que también se hizo uso del alcohol para despojar a las personas de sus tierras, por medio de engaños. Esa historia no es del pasado lejano, sino que ha dejado huellas imborrables y es hoy un problema sociocultural en buena parte del territorio mapuche. Cabe recordar la carta del militar Cornelio Saavedra en su expedición de muerte en territorio lafkenche, indicando al Presidente J.J. Pérez: “…la ocupación de la Araucanía no nos costará sino mucho mosto y mucha música” (L. Navarro, Crónica militar de la conquista y pacificación de la Araucanía desde el año 1859 hasta su completa incorporación al territorio nacional, T. I, p. 98). Asimismo, el alcohol continúa siendo un mecanismo de control y dominación sobre nuestra gente, a través de prácticas políticas ejecutadas por personas chilenas que lo introducen en las comunidades mapuche con el objetivo de ganar nuevos votantes.
Las candidaturas políticas, diseñadas a nivel nacional, suelen propiciar propagandas que incentivan el consumo de alcohol. Ello ha dado lugar a múltiples repercusiones en las relaciones familiares y de género en estos espacios, ya que, si bien no se puede relacionar de forma causal el alcoholismo con la violencia de género, sí es un elemento que suele estar presente en este tipo de situaciones. Son las mujeres quienes problematizan estos asuntos, porque ellas y sus hijos e hijas, son, precisamente, las personas más afectadas por estos hechos. Las narrativas de las mujeres mapuche rememoran historias de dolor, en la época de la Colonia, pero también en la época del despojo colonial a manos del Estado chileno.
Lo anterior hace pensar que la estrategia es la de adormecer las luchas políticas mapuche situadas en los territorios. De allí que el alcoholismo sea bastante funcional para ciertos sectores políticos, a quienes les conviene mantener subyugadas y en dependencia a las personas mapuche. Ello es también propicio para la explotación y apropiación de las corporalidades mapuche.
Desde un punto de vista sociohistórico la colonización y evangelización dieron lugar al despojo, el genocidio y la migración forzosa del pueblo mapuche desde la mitad del S XIX. (Mariman, 2011). A lo largo de su historia, el pueblo mapuche ha enfrentado profundos impactos, que son posibles de visualizar hasta el día de hoy, en cuanto a la intervención del Estado chileno, el que no sólo niega su autonomía territorial y política, sino que ha invisibilizado su dolor y las heridas asociadas a estos hechos mencionados. No obstante, el alcoholismo, en tanto secuela del proceso colonial, constituye una preocupación central para las mujeres mapuche, quienes enfrentan directamente el flagelo de la ingesta alcohólica y el abuso de sustancias en sus comunidades. Esta problemática no sólo afecta a los individuos de manera aislada; sus repercusiones socioculturales se extienden a todas las familias mapuche y sus consecuencias se ven a lo largo del territorio.
Es cierto que el alcohol existe en todas las culturas y su ingesta está asociadas a variadas normativas y conductas; sin embargo, en los pueblos originarios se transforma en un grave problema frente al proceso del despojo territorial, en tanto impacta en la desestructuración del tejido comunitario y familiar, con efectos duraderos en las relaciones sociales, culturales, familiares y personales. Estos antecedentes históricos permiten comprender que el abuso de sustancias entre las comunidades indígenas se configura en un sistema de opresión al cual los pueblos indígenas se ven enfrentados y que repercute de manera compleja en conductas autodestructivas.
Por su parte, las candidaturas políticas en Wallmapu, territorio histórico mapuche, reconocido como tal por la Corona española en el siglo XVII, se siguen realizando en la actualidad haciendo uso de las propias prácticas socioculturales, como es el caso de los trawvn – conversaciones con organizaciones mapuche, charlas y diálogos en los territorios a modo de apropiaciones de espacios culturales propios con fines utilitaristas-. No han sido pocas las experiencias en las cuales estas campañas electorales se acompañan de alcohol ofrecido a los posibles votantes. Las repercusiones sociopolíticas quedan en las familias y territorio, una vez que se van los candidatos. Son principalmente las mujeres, quienes observan y enfrentan las consecuencias de estas conflictivas situaciones. Así, se revive una y otra vez, el trauma colonial.
Los diversos relatos orales de las mujeres en los estudios realizados en Wallmapu dan cuenta que desde la infancia el hombre mapuche, como figura masculina, fue víctima del genocidio y de la violencia más garrafal por el proceso de evangelización y colonización. El hombre mapuche que fue víctima en su propio territorio, hoy día es el que agrede a sus propias mujeres, a sus hijos, es hoy en día este mismo hombre mapuche que violenta y perpetúa el dolor hacia los territorios. Por tanto, cuando hablamos del territorio mapuche, hay que comprenderlo como un dolor colectivo, una herida que se va perpetuando de generación en generación.
Por esta razón, resulta alarmante observar cómo algunos candidatos, para las próximas elecciones municipal de octubre, siguen propiciando el alcohol en el Wallmapu, distribuyendo jabas de cerveza y vino para levantar sus candidaturas y asegurar votos. Parece que la historia se repite, como se menciona en los archivos: “En territorio mapuche no fue necesario por las armas, sino con la garrafa de vino fue suficiente”. Así, el uso del alcohol como herramienta de dominación persiste en el tiempo. En cada periodo electoral, vemos cómo candidatos ganan elecciones empleando estas prácticas en los territorios. No es coincidencia que la ultraderecha obtenga victorias en estas zonas, donde el colonialismo sigue vivo, por medio del camuflaje de un racismo, prejuicio y discriminación solapado hacia la sociedad mapuche. Sin embargo, una porción significativa de la misma mantiene una mirada crítica sobre esta realidad, buscando modificar y cuestionar estas prácticas coloniales y genocidas que se utilizado en contra de los pueblos indígenas.
Es así como hoy las conversaciones de mujeres mapuche llaman a dignificar a las nuevas generaciones con una sociedad sana y al territorio mapuche que habitan las mujeres, hombres, jóvenes, niños, niñas que mantienen y guardan en sus mentes y cuerpos los dolores, sufrimientos, temores y traumas infantiles asociados a las violencias, al alcoholismo y al consumo de drogas. Por ahora sólo queremos denunciar y visibilizar estos condenables modos de hacer política que -esperamos- dejen de ser una práctica común en nuestros territorios.
Luz Marina Huenchucoy Millao
Doctoranda del Programa de Doctorado en Estudios Interculturales de la U.C. de Temuco.
Trabajadora Social, Magister en Trabajo Social, mención Familia e Interculturalidad